Dualidad Femenina, ser salvaje y civilizado


EL PODER DE DOS

Aunque cada faceta de la naturaleza de la mujer constituye un ente aparte con distintas funciones y un conocimiento diferenciado, ambas poseen una conciencia o interpretación mutua, tal como ocurre entre el cerebro y su corpus cayosum y, por consiguiente, actúan como un todo. Cuando una mujer esconde o favorece demasiado una de sus facetas, vive una existencia muy desequilibrada que le impide el acceso a todo su poder. Y eso no es bueno. Hay que desarrollar ambas facetas.
Hay mucho que aprender acerca de la fuerza de dos cuando examinamos el símbolo de las gemelas. En todo el mundo y desde la más remota antigüedad se ha creído que los gemelos están dotados de poderes sobrenaturales. En algunas culturas, existe toda una disciplina dedicada al equilibrio de la naturaleza de los gemelos, considerados dos seres que comparten una sola alma. E incluso después de su muerte, a los gemelos se les da de comer, se les habla y se les ofrece obsequios y sacrificios.
En varias comunidades africanas y caribeñas se dice que el símbolo de las hermanas gemelas tiene juju, la mística energía del alma. Por consiguiente, hay que cuidar esmeradamente de las gemelas para evitar que un mal destino se abata sobre la comunidad. Una norma del culto vudú de Haití exige que a los gemelos se les de de comer exactamente las mismas raciones de alimento para evitar que surjan celos entre ambos, pero sobretodo, para evitar que uno de ellos languidezca, pues, si muere uno, también morirá el otro y entonces se perderá la especial espiritualidad que ambos aportan a la comunidad.
De igual modo, una mujer posee un poder extraordinario cuando los dos aspectos de su psique se reconocen concientemente y se perciben como una unidad, juntas y no separadas. El poder de dos es muy fuerte y no debe descuidarse ninguna de las facetas de la dualidad. Se las tiene que alimentar por igual pues ambas aportan un misterioso poder al individuo.
… por su cuenta, el yo más civilizado se encuentra a gusto pero un poco solitario. Por su cuenta, el yo salvaje también se encuentra a gusto pero ansía relacionarse con el otro. La perdida de los poderes psicológicos, emocionales y espirituales de las mujeres se debe a la separación de estas dos naturalezas, a la simulación de que uno u otro de ellos ya no existe.
Por consiguiente, Manawee desea tocar esta extremadamente ubicua pero misteriosa combinación de vida espiritual de la mujer y posee una soberanía propia. Puesto que él es también un hombre salvaje y natural, percibe el eco de la mujer salvaje y se siente atraído por ella.
Manawee, tanto si es una figura externa como si es interna, representa un amante audaz pero rebosante de confianza cuyo mayor deseo es nombrar y comprender la misteriosa y numinosa dualidad de la naturaleza femenina.
Clarissa Pinkola